La fiscalización mexicana en tiempos atípicos

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Escrito por Arturo Abraham León Martínez


Mucho se ha centrado el ciudadano mexicano, su gobierno y la prensa desde luego en hablar de las cifras lamentablemente aún crecientes de víctimas por la enfermedad que azota a los portadores del virus actual con el que se lidia, estaría de más decir su nombre completo pues usted ya lo conoce bien.

Sin embargo hay actividades gubernamentales que requieren el cien por ciento de atención, empero de los comicios fortuitos que pueda presentar la realidad de cualquier época; precisamente la parte de la fiscalización es un engrane de reloj bien aceitado al cual no se permite que se le deje de dar cuerda, ya que al final del día , las naciones confrontan las situaciones adversas a través de la posesión de fondos económicos y fuerza financiera para poder llevar a cabo las tareas que los juristas saben que tienen los fines del derecho; seguridad, justicia y la más importante bien común, en palabras del excelente Porte-Petit cierto es que el pueblo no está interesado en la perfección de la norma, si no reclama la justicia; muchas veces esa justicia se verá traducida en no dejar colapsar nuestro sistema financiero, pues aunque adversa la batalla, si no fuera por los presupuestos de gasto programable y la falda oculta del artículo 25 constitucional, muchas trincheras ya se hubiesen perdido, la ciudadanía aunque algunos adolecen de excesiva la carga tributaria, necesita que haya recurso y gasto en lo tocante a los fines que en esta calamidad el gobierno debe proveer, y pues para ello cada individuo debe hacer su parte, como dijo un infame ex gobernador veracruzano “en la medianía que nos permita el servicio público” la obligación del ciudadano es recordar su deber de solidaridad y la de la hacienda pública específicamente, seguir aceitando ese reloj fiscal, traducido en la balsa que salve a algunos, pues muchos otros saben nadar, pero la minoría vital tiene los pulmones cansados.

El reto realmente grande para el servicio de administración tributaria (SAT) es vencerse a sí mismo, pues la aparatosa cifra de 68,400 actos de fiscalización realizados en 2019 , deja a relucir la tendencia clara que este tipo de actos representa para las relaciones tributarias en México, en 2018 fueron 63,300 unos más unos menos, esto deja entre ver que para 2020 los actos fiscalizadores cuando menos deberían rondar los 72,000, cifra especulativa pues es mitad de año aún y reitero que sobrante es aseverar la situación atípica de la cual toda la ciudadanía es parte.

Estos actos de fiscalización no son otra cosa que la constatación que hace la autoridad fiscal en el afamado ejercicio de sus facultades de comprobación, precisamente de ello, que las obligaciones fiscales, extendidas también a la materia aduanera sean cumplidas en fondo y forma; ahora bien así como todos los caminos conducen a Roma, todos los escenarios conducen a la pandemia, pues estos mismos actos de los cuales se ha permitido hablar, indudablemente les repercutirá el efecto del confinamiento masivo, pues es tanto obvio que la recaudación sea primaria o secundaria se verá afectada por la falta de asistencia material de dichos actos, así como por la incertidumbre económica que gesta el miedo que ahora le representa al contribuyente de acercarse al fisco o que el fisco se le acerque.

Nuestra dinámica antes que todo, social, precisamente es así, comunal, de gestiones, presencial y saben bien los fiscalistas de éste país que muchas de estas diligencias fiscalizadoras o vinculantes del pasivo con su activo han sido reprogramadas e incluso cesadas.

No omito mencionar que la voluntad de la hacienda en ciertos escenarios ha sido eficiente y paciente con sus pasivos, tal es el ejemplo del cumplimiento cabal de prorrogar al 30 de junio la presentación de declaraciones anuales para personas físicas, que en un páramo perfecto ese asunto se enterraba en el mes de abril, así mismo, cuestiones como siempre inferiores o menores desde el visor administrativo como inscripciones al RFC, avisos etcétera, están a la mano del contribuyente, previa cita realizada por los canales que el Sat ha advertido.

La consideración con la que remato las últimas líneas de este escrito, es de corte muy conspicuo, habrá que revisar con cautela los números que nos arrojen los informes sobre la situación económica, finanzas públicas y deuda pública presentados por el subsecretario de la honorable oficina de hacienda federal, un par de ojos más a los nuevos nombramientos realizados en la unidad de política de ingresos no tributarios y la unidad de planeación económica y la esperanza latente de que el reloj fiscal no vaya a dar la hora equivocada.

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