Conclusión de la riqueza ganada

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Escrito por Felipe Morales


Es para mi un honor escribir para Uds. mi último comentario sobre  la enseñanza del Maestro JESÚS acerca de la riqueza, deseando estimados lectores, sea de su interés.

El Maestro JESÚS amplió su consejo ya que el rico  pidió un conocimiento más profundo y preciso < Si te propongo estas últimas recomendaciones referentes a tu disposición hacia la riqueza, te aconsejo que deberás tener en cuenta mis sugerencias únicamente para tu particular guía. Solo departo para ti como amigo lo que deseas conocer. Te ruego que no te transformes en un dictador de cómo otros ricos deben tratar sus riquezas> Te exhorto pues a:


1.- Considerando el origen de la fortuna heredada tendrás el compromiso honesto de representar a la generación anterior en la transmisión  honesta de la fortuna legal a las generaciones futuras, después de apartar un monto equitativo para la generación de los vivientes. No estás forzado a continuar con indecencias ni inmoralidades que se realizaron en el acopio de tus predecesores. Te permitirás gastar cualquier cantidad de la sucesión que resulte de estafa o injusticia de acuerdo a tus principios de honradez, prodigalidad y devolución; y el resto trasladarlo imparcialmente en fiable administración de una generación a otra. Con noción sensata de raciocinio y honrada cordura dirigirás tus decisiones para el traspaso de la riqueza a tus beneficiarios.

 

2.- Todos los que gozan de fortunas descubiertas, tienen el compromiso de acordarse que el hombre solo vive un corto tiempo, por lo tanto deberá preparar adecuadamente dicha riqueza para que pueda ser empleada por el mayor número de sus semejantes. No se le negará retribución al descubridor pero tampoco podrá demandar todas las utilidades de los recursos almacenados por la naturaleza.

 

3.- Todo comerciante tiene derecho a un pago por sus servicios. La honestidad en el comercio y el trato justo acordado a los semejantes en el negocio organizado del mundo genera muchos tipos de ganancias; por lo tanto se deberán enjuiciar por los principios más elevados de la justicia, honestidad y equidad.

 

4.- Ningún hombre conocedor de Dios y decida hacer la voluntad divina deberá caer tan bajo, para valerse del poder de la riqueza para oprimir. Ningún mortal justo podrá enriquecerse mediante la esclavización de sus semejantes. Si las riquezas proceden del esfuerzo del hombre mortal avasallado, estas son una abominación moral y una afrenta espiritual. Toda fortuna conseguida de este modo, se restituirá a quien le fue hurtada o sus descendientes directos. Una civilización duradera no puede ser construida a base del despojo del sueldo al trabajador.

 

5.- Todo capital honrado tendrá derecho a percibir un rédito. Si los hombres solicitan un empréstito y lo obtienen, producirá un equitativo interés, cuando este capital proceda de una lícita riqueza. Una vez saneando tu fortuna podrás exigir un rédito. No toleres que tu ambición te abandone en la práctica del lucro y del abuso sobre tus semejantes desvalidos y que  se encuentren apurados de dinero.

 

6.- Si tu talento te lleva a un capital y este se deriva de tu capacidad de creatividad, no pretendas una porción injusta de tales retribuciones. El talento le debe algo a sus antepasados, a su raza, a su nación y a los pormenores de sus hallazgos e inventos. Rememorar que en su calidad de hombre entre los hombres llevó a cabo sus invenciones, asimismo sería arbitrario prohibir al genio de poder incrementar su fortuna. Es imposible que los mortales implanten leyes y normas para suministrar a todos los dilemas vinculados con la partición justa de la riqueza. Lo primero que hay que hacer, es aceptar al hombre como tu hermano, y si realmente haces por él lo que anhelas que él realizase por ti; la justicia, la honestidad y la equidad te dirigirán en la distribución imparcial de los dilemas repetidos de la retribución económica y la justicia general.

 

7.- Ningún mortal puede reclamar una riqueza que la temporada y la situación puedan haber consignado en sus manos, excluyendo el pago justo y legítimo de la labor de administración. Las riquezas fortuitas se deberán estimar como un fideicomiso dirigido para beneficio del mismo grupo social. A los dueños de las fortunas se les otorgará la voz principal en el reparto sensato de los recursos no ganados. El mortal culto no escatimará siempre todo lo controla como su dominio personal.

 

8.- Si una parte de la fortuna se obtuvo mediante el fraude o deshonestamente o no justos o si provienen a base de maltrato de los semejantes, de inmediato se deberá devolver lo mal obtenido a los auténticos propietarios. Recompensa plenamente con el fin de adecentar tu fortuna de lo mal obtenido.

 

9.- El manejo de la riqueza de una persona para la utilidad de otras es un compromiso ceremonioso y divino. No compliques ni arriesgues ese fideicomiso; dispone para ti lo que sería para un hombre honesto.

 

10.- La parte de tu fortuna que proviene a lo que ganaste con tus propios esfuerzos mentales y físicos – Sí los has realizado con honradez y equidad – es realmente tuya. Nadie podrá refutar tu derecho de atesorar y usar esa parte de tu riqueza, siempre y cuando el ejercicio de este derecho no perjudique en modo alguno a tus semejantes.


Como podemos observar, la enseñanza del MAESTRO JESÚS sobre el tema de la riqueza es bastante claro para cualquier mente. Sin embargo me permito agregar dos casos actuales que me constan de personas que conozco y que por obvias razones no daré señas de ellos; solamente expondré brevemente su experiencia para consideración de Uds. estimados lectores:


a.- Una pareja de jóvenes de provincia que llega a estudiar al D.F. sin más que sus ganas de trabajar para seguir estudiando su carrera anhelada, logran su cometido y deciden emigrar al país del norte, en donde trabajan muy duro juntan una cantidad y regresan a su Cd. natal y empiezan un negocio que con el tiempo les da suficientes ganancias para llegar a ser ricos, sin embargo no ayudan ni dan nada a los semejantes que más lo necesitan, gastaron y compraron a manos llenas, ahora han regresado al país del norte en donde están trabajando desde muy abajo. No se si se lamentan o arrepienten.


b.- Un joven de una colonia popular del D.F. trabaja y estudia con ahínco para ayudar a sus padres a la manutención de sus hermanos, incluso es humillado por un vecino en alguna vez que solo podía comprar lo más de barato de un comestible, siguió y trabajando para una empresa en donde si pudo ir escalando peldaños llegó a ser un directivo importante y ganando muy bien; pero a su vez ayudando a la gente necesitada. Ahora está muy bien económicamente y sigue ayudando a sus semejantes.


Yo los conozco y he platicado con los tres. Ustedes juzguen….Hasta pronto.


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