Teoría, libertad, causalidad y justicia en la economía

image

Escrito por Jimy Cruz Camacho


En primer lugar habrá que decir que la economía es la disciplina que estudia las relaciones y las formas de generación de valor (invención, producción y la distribución de bienes y servicios) entre tres agentes económicos fundamentales que a su vez componen toda nuestra sociedad, a saber: las familias-individuos, las empresas y los gobiernos. Tres agentes económicos y sociales que en última instancia están conformados por personas y que dependen de la naturaleaza humana.

“Be a philosopher but amidst all your philosophy be still a man”
(David Hume)

La economía puede ser abordada en tres vertientes fundamentales. En primer lugar como una disciplina entre las ciencias sociales más duras en tanto sus teorías han alcanzado un grado de desarrollo explicativo y predictivo de la conducta económica que quizá es el más exacto y avanzado dentro de las ramas de estudio social. Hoy en día la investigación en la rama de la economía ya no depende sólo de la teoría económica como tal, sino que se hace valer de otras disciplinas como las matemáticas (incluyendo el cálculo diferencial e integral así como la investigación de operaciones, etc.), la estadística, la econometría, la probabilidad, la historia, la teoría de juegos, el derecho o la teoría contractual, la teoría organizacional, las finanzas, los negocios  y recientemente  hasta de la psicología. Todas las disciplinas anteriores afectadas por la forma en que la naturaleza humana entiende las relaciones de causa y efecto y que establecen esas relaciones de causalidad cómo verdad absoluta y necesaria, sin reparar en las posibles contingencias, divergencias y particularidades que esas relaciones puedan tener en vitud de que el campo de estudio fundamental de la disciplina económica es el hombre, ese objeto de estudio que bajo ciertas circunstancias resulta impredescible.

La ciencia económica (desde David Hume y Adam Smith, pasando por David Ricardo y un largo etcétera) ha intentado explicar las interacciones de generación de valor entre familias-individuos, empresas y gobiernos (de manera conjunta, puntual o aislada) tratando de encontrar, establecer y postular las leyes que explican y predicen el comportamiento económico de dichos agentes. Por este camino la economía como ciencia ha avanzado tanto que hoy por ejemplo muchas de sus teorías han alcanzado un grado tan avanzado que en muchos aspectos se compara con la Física. No obstante, desde un punto de vista epistemológico (o de filosofía de la ciencia) la economía es una disciplina que  aún le debe mucho a la humanidad, en tanto que a pesar del apoyo de otras ciencias y con el alto grado de desarrollo que han alcanzado sus modelos (principalmente matemáticos) ha logrado explicar y predecir una parte aún muy reducida de la realidad económica actual, pasada y futura.  Tanto así que el grado de predicción de la economía sigue siendo muy limitado cuando no arriesgado.

No considero que el grado de exactitud y predicción de la economía tenga deficiencias por el lado de la matemática, ya que la construcción de los modelos de relación causa-efecto en dicho campo se contriyen deductivamente y resultan profundamente apodícticos y tautológicos. No obstante, desde la perspectiva de la filosofía de Hume podríamos encontrar graves deficienicas en los supuestos que se consideran al momento de construir dichos modelos. Uno de los primeros supuestos en la teoría económica actual es la “racionalidad” del agente económico, es decir, esa supuesta tendecia en el humano a cuantificar todo y tomar la mejor decisión bajo cualquier circunstancia, pero no se toma en cuenta que la razón en el humano está dominada por las pasiones, es decir por las vitudes y por los vicios así como por emsiones y sentimientos que competen a cada individuo. Otro supuesto fundamental en la teoría económica es la presunta libertad de los agentes al tomar cualquier decisión de producción o consumo. No obstante, nunca se menciona que la naturaleza humana tiene una libertad que está totalmente acotada por las circunstancias y que entonces esa supuesta libertad podría afectar gravemente los resultados de los modelos económicos.

De ahí que me precupe explorar la presunta libertad que tanto se divulga y que supuestamente existe en la economía llamada de libre mercado. ¿Qué tan libre puede ser un consumidor si las opciones se acotan a productos generados desde sistemas oligopólicos donde pocas empresas deciden la forma, tipo, calidad y precio de los productos? ¿Qué tan libre es un consumidor que puede elegir entre Pepsi Cola o Coca Cola? ¿Qué tanta libertad puede tener un empresario mediano o pequeño de invertir en cualquier industria si el sistema económico actual limita las inversiones a un grupo cada vez más pequeño de grandes empresarios que se reparten como en un juego de “monopoly” los segmentos y sectores más rentables de la economía?

¿Qué significa en este contexto la libertad de toma de decisiones y la libertad económica? ¿Es ésta real o sólo un paradigma que se nos ha impuesto como verdadero y que realmente sirve sólo para maximizar los ingresos y las utilidades de un grupo pequeño – cada vez más – de empresas y empresarios? ¿Es ésta una de las razones que alimenta la injusticia cada vez más evidente en la economía de nuestro tiempo? En éste sentido, es evidente tal como lo establece David Hume que la justicia es necesaria para preservar la propiedad privada (una vieja institución de la economía capitalista) pero si la justicia tiene una relación directa con el grado de simpatía y utilidad no sólo a nivel individual sino social y colectivo ¿Dónde queda el supuesto de empatía en la teoría económica?

Tengo la sospecha de que el valor que se otorga hoy en día a las teorías económicas es desproporcionado. En la antigua Grecia la verdad fue lógica y matemática, después en la edad romana la verdad fue legal, posteriormente en la Edad Media la verdad fue divina y a partir de la Ilustración la verdad se volvió profundamente racional. Hoy por hoy, la economía ha absorbido totalmente  a la razón y la verdad se ha convertido en económica. Así los criterios de eficiencia, productividad, ganancia actual y futura y en última instancia el de utilidad prevalecen o tienen mayor peso en la evaluación o en la toma de absolutamente cualquier decisión de los agentes, por encima de criterios asociados con el bienestar (o el bien común), la felicidad, el desarrollo sustentable, la justicia, la ecología o incluso la ética y la preservación de la cultura y las costumbres. Es decir, en la lucha constante entre la utilidad y la vida buena, casi siempre gana la primera y cuando se pone en primer lugar la segunda, el costo (económico) es altísimo. Es resumen, ante la desigualdad y la injustica, no prevalecen en la economía actual los criterios ni de simpatía ni de utulidad general que regularían nuestra coducta moral y le darían un sentido más humano a nuestra sociedad.

En segundo lugar la economía es también una práctica, es decir es una actividad en la que los hombres se ven envueltos desde que nacen hasta que mueren. En la realidad contemporánea no hay absolutamente ninguna actividad del hombre que no tenga una implicación o una repercusión económica. La economía como actividad y como práctica se da fundamentalmente en el “mercado” el cual puede ser  perfecto, un oligopolio o bien un monopolio (términos dentro de la teoría económica y dependiendo el grado de competencia que exista en dicho mercado). El mercado es a su vez la institución que alimenta y conserva a otra vieja institución de la actividad del hombre llamada propiedad privada.  Con esto me atrevo a sospechar que sólo hay dos cosas que con toda seguridad tendrá que hacer una persona al nacer, la primera es que tendrá que realizarse forzosamente como un hombre-económico y se verá forzado a intercambiar bienes y servicios en un mercado y la segunda es su irremediable encuentro con la muerte. Tarde o temprano ese hombre económico comprenderá que en el mercado tendrá un valor en tanto pueda acudir al mismo con algo que intercambiar, y sobretodo en el sistema económico predominante en la actualidad deberá saber que su actividad se reduce a intercambiar su trabajo (tiempo), sus recursos materiales, su dinero o su conocimiento.

Es justamente en esta dinámica del mercado donde ese hombre-económico comprenderá también que para maximizar sus ingresos y sus utilidades deberá acudir al mismo con el egoísmo por delante. Es decir, procurará en primer lugar satisfacer sus necesidades a toda costa con el menor esfuerzo o inversión de recursos, antes que las necesidades de su entorno más inmediato. Es aquí dónde justamente podemos preguntarnos si ese egoísmo inscrito en la naturaleza humana nos lleva a una situación de equilibrio sustentable en la economía o bien si sólo ha servido como argumento para justificar las enormes desigualdades, injustica y pobreza que observamos en la economía capitalista actual.

Por lo tanto, si ese hombre-económico es feliz o infeliz, si ama o no, si conoce verdaderamente o no lo que hace, si es justo o injusto o incluso si tiene conciencia o no de sus actos dentro del mercado, son aspectos que pasan totalmente inadvertidos. La razón por la que todas estas dimensiones del hombre-económico (y muchas más) pasan inadvertidas en el mercado, es precisamente porque no tienen (o en su caso no se les ha asignado)  un valor dentro del mercado mismo. Es precisamente aquí donde la economía como práctica conlleva profundos conflictos éticos. Es decir, los incentivos dentro de la práctica económica estarían más orientados a maximizar la generación de valor (trabajo, recursos materiales, dinero y conocimiento) que a procurar un desarrollo sustentable, garantizar la felicidad o procurar la justicia entre  los individuos. Tampoco se trataría de hacer un planteamiento ni un estudio de la pobreza entendida como tal dentro del mismo sistema económico, ya que en términos de Bertrand Russel, “evitar la perpetuación de la pobreza es necesario para que los beneficios de la producción industrial favorezcan en alguna medida a los más necesitados; pero ¿de qué servirá hacer rico a todo el mundo, si los ricos también son desgraciados?1

El mercado se ha convertido en el gran regulador del bienestar y el que otorga premios y castigos a cada individuo. Ese mercado es casi siempre anónimo e impersonal, donde lo único que importa son los  resultados, las utilidades, los balances y la generación de valor por las personas, las familias y los gobiernos, como si éstos fueran empresas a las que deba evaluarse bajo una óptica de la administración empresarial. Con lo anterior, lo que prevalece es una institución destructora de la persona en tanto en el mercado todo se convierte en mercancía, todo lo engulle y por lo tanto todo lo destruye. Si todo es mercancía (es decir, todo se puede intercambiar) fuera del término mercancía no queda absolutamente nada. Es decir,  absolutamente todo el conocimiento, el dinero, los recursos y el tiempo e incluso la persona misma (cuando no tiene otra alternativa) se vuelve mercancía.

La tercera vertiente en la cual puede ser estudiada la economía es  como “sistema de organización” o lo que corrientemente denominaré “sistema económico.” Con lo anterior trataré de explicar que toda teoría económica conlleva una práctica pero que esa práctica está englobada en un sistema que históricamente se ha caracterizado por ser un modelo o un modo de producción. Es decir, todo modelo de interacción económica entre los agentes arriba mencionados siempre ha estado enmarcado en un sistema político y social (me atrevería a decir que también cultural) que comúnmente hemos denominado como primitivo, feudal, mercantilista, capitalista, socialista, comunista, burocracia centralizada o de libre mercado como muchos economistas insisten en denominar al modelo predominante en la actualidad.

La economía entendida como sistema sigue también planteando numerosos problemas epistemológicos, éticos y metafísicos. ¿Se han podido entender y conocer realmente cada uno de dichos sistemas? ¿Se pueden entender en verdad los sistemas económicos desde las teorías que se han forjado precisamente dentro de dichos sistemas? ¿Qué fue primero, la teoría o el sistema? ¿Podemos decir hoy desde cualquier teoría o planteamiento que alguno de esos sistemas es mejor o más verdadero o más bueno que otro? ¿Tenía el hombre forzosamente que partir de los sistemas económicos primitivos, pasar por los mercantiles y capitalistas y desembocar en las burocracias centralizadas (Rusia) o de supuesto libre mercado (Estados Unidos) que nos han regido en las últimas décadas? Por cierto, la evidencia histórica (sobretodo la del siglo XX) nos demostró que los ejercicios comunistas que desembocaron en burocracias centralizadas (Rusia, Cuba etc.) fueron tan efectivos en destruir a la persona como las economías de mercado o sistemas capitalistas imperfectos que aún prevalecen. Estos sistemas (incluyendo los experimentos comunitarios) funcionan como destructores de la persona en tanto limitan, obstaculizan y disminuyen totalmente sus notas fundamentales, a saber: la voluntad, la inteligencia, a afectividad y el cuerpo.

En síntesis,  si al día de hoy  en la economía sólo hacemos supuestos incríbles, no están dadas las relaciones de causalidad que se sustentan en dichos supuestos o están dadas pero de forma tautológica y apodíctica y más allá de todo eso el sistema económico no ha sido capaz de proporcionar ni justicia, ni libertad, entonces: ¿Está en la naturaleza humana la posibilidad de cambiar este sistema y sustuirlo por uno mejor? ¿Cómo sería dicho sistema económico?  


Bibliografía

  • Abbagnano, Nicola, Diccionario de Filosofía, FCE, México, 1963.
  • Copleston, Frederick, Historia de la filosofía.Volumen 2. De la Escolástica al Empirismo, Ariel, Barcelona, 2004.
  • Hume, David, Tratado de la naturaleza humana, Tecnos, Madrid, 1988.
  • Piketty, Thomas, El capital en el siglo XXI, FCE, México, 2014.
  • Ricardo, David, Principios de economía, política y tributación, FCE, México, 1959.
  • Roll, Eric, Historia de las Doctrinas Económicas, FCE, México, 1994.
  • Roussueau, Jean-Jacques, Discurso sobre el origen y los fundamentos de la desigualdad entre los hombres y otros escritos, Tecnos, Madrid, 1987.
  • Rousseau, Jean-Jacques, Del contrato social, Alianza Editorial, Madrid, 1980.
  • Russell, Bertrand, Historia de la Filosofía occidental. Tomo II, Austral, Barcelona, 2010.
  • Russel. Bertrand, La conquista de la felicidad, Penguin Random House, México, 2018.
  • Smith, Adam, Investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones, FCE, México, 1958.
  • Valenzuela Feijoo, José C., El mundo de hoy: mercado, razón y utopía, Anthropos, Barcelona, 1994.

Referencias

1 Bertrand Russel, La conquista de la felicidad, Debolsillo, México, 2018, p. 29.

 

Consola de depuración de Joomla!

Sesión

Información del perfil

Uso de la memoria

Consultas de la base de datos