¿Dios murió?

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Escrito por Omar Carricho Mena


“¡Será posible! ¡Este viejo santo no ha oído todavía nada en su bosque de que Dios ha muerto!” Friedrich Nietzsche.

Sin lugar a duda, una de las frases que más se repiten en nuestra época en cuanto se entra en un debate entre religión y filosofía es aquella que escribió Nietzsche en su Zaratustra. ¡Dios ha muerto! es una exclamación que parece un triunfo de la ciencia sobre la religión, sin embargo, esta frase se refiere a algo más amplio y debe aplicarse en el contexto que fue escrita.

Con la llegada de la ilustración, la religión fue perdiendo su posición como máxima autoridad en cuanto a la generación de conocimiento. Los grupos de académicos fueron en aumento, impulsando el conocimiento filosófico y científico de una manera exponencial, por lo que hubo la necesidad de crear un método que pudiera diferenciar el “conocimiento científico” de las charlatanerías. Con la creación del método científico se logró establecer las líneas fundamentales con las que debe cumplir todo conocimiento que busque ser de corte científico.

Con la garantía de que el conocimiento que se desprendía de ese método era “cierto”, la religión iba perdiendo terreno en el campo del conocimiento, pero también se generaba un hueco al mismo tiempo en lo moral. Si la religión mentía, cuál era la garantía de tener un buen futuro si se apegaban a los mandatos que de ella se desprendían.  Esa insistencia del hombre por tener un referente, una guía, algo a lo cual aferrarse para desprenderse de la responsabilidad de sus hechos, fue lo que observó Nietzsche y de ahí surgió su famosa exclamación.

Efectivamente, Dios había muerto con su iglesia y ese hueco moral debía ser ocupado por algo, y que mejor que por un “súper hombre”, configurado para perseguir sus deseos sin restricciones, sin apegos, consiente de sus habilidades y de las consecuencias de sus acciones. Sin embargo y lamentablemente no ocurrió así, surgieron teorías que buscaban encontrar la respuesta al porqué de la decadencia moral de la sociedad moderna, como el marxismo, que sin desvalorizar el excelente análisis que hace de su sociedad, si podemos encontrar un elemento casi mitológico en la opinión de George Steiner “la perversión del hombre surge con la implementación del dinero”, ese objeto que desde su implementación derivó en el dominio del hombre por el hombre.

Así como el marxismo, hay otras teorías que buscaban encontrar la respuesta al como el hombre había perdido el camino. Pero si nos concentramos un poco en este tema ¿cuál es el camino? ¿cuál es el sentido de la vida? Fernando Savater, quien le dedicara a su hijo su libro Ética para Amador, lo dice muy simple, el sentido es uno y es hacía adelante.

Puede parecer muy simple para ser una respuesta a algo tan complejo, pero si lo reflexionamos un momento, nos damos cuenta que todas nuestras acciones presentes tienen una consecuencia en el futuro, pero no en el pasado, por lo tanto, aunque simple – y cuestionable por aquellos que son más rígidos en temas filosóficos – contiene un alto grado de certeza. Todo lo que podemos hacer para nosotros y para los demás en nuestra vida es actuar hacía adelante.

Es por esa razón, que debemos tomar consciencia de la importancia de nuestros actos, debido a que, las consecuencias de nuestras acciones difícilmente pueden cambiarse. A diferencia del conocimiento científico, la experiencia que tenemos en nuestra vida es a través de nuestras vivencias en su mayoría y en menor medida a la experiencia de los otros. Esto dificulta que una persona que no reflexione acerca de su actuar sea una persona que tome las mejores determinaciones.

La siguiente pregunta podría ser ¿cómo lograremos ser conscientes de nuestras acciones? Aquí podría dar una o mil respuestas, pero no sería más que una farsa, ya que la respuesta ni es una ni es otra, simplemente está en el interior de cada uno de nosotros mismos. No en vano el frontispicio del Oráculo de Delfos decía “Hombre conócete a ti mismo y conocerás al universo y a los dioses”.

Pero porqué debería ser importante escribir tantas líneas a la consciencia de nuestras acciones. Es simple, la historia nos muestra cómo fue afectada el progreso de la civilización cuando el conocimiento fue subyugado a la fe, y si Nietzsche tuvo razón al decir que Dios había muerto, no estuvo presente para darse cuenta de que nacieron nuevos, de que la humanidad, nostálgica del vacío que dejó, creo muchos más con nuevos disfraces, pero con un mismo sentido, no ser responsable por lo bueno y malo de su vida.

Gracias a ello tenemos siempre villanos históricos, sociales, teóricos y demás, para hacerlos responsables de nuestras vidas. Hoy incluso podemos observar que han surgido un interés de occidente por el pensamiento oriental, aquel que para los pensadores de la modernidad era desdeñado, hoy ha cobrado gran fuerza, por las grandes promesas que hace para aliviar los padecimientos de una vida occidentalizada.

Ante este escenario, hoy más que nunca hace falta que aparezcan las súper mujeres y los súper hombres, amantes de esta vida y conscientes de que lo único que pueden modificar es su propio comportamiento. Si la humanidad quiere dejar de padecer, solo hace falta reconocer lo que somos para los demás y lo que ellos son para nosotros.

LUPUS EST HOMO HOMINI, NON HOMO, QUOM QUALIS SIT NON NOVIT

Lobo es el hombre para el hombre, y no hombre, cuando desconoce quién es el otro.


 

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