No es una utopía, México se integra a las sociedades sin efectivo. Nos depara una fiscalización integral

image

Eligio Zárate Palomino


México pretende ser una sociedad sin efectivo en la que ya no haya papel moneda como tal, y donde todas las transacciones económicas se harán sin la necesidad de usar dinero físico, tarjeta de crédito y débito.

El “CODI®” es una plataforma de cobro digital desarrollada por Banco de México que acaba de ser presentada hace unas semanas en nuestro país, la cual básicamente consiste en que las personas van a utilizar su Smartphone (teléfono inteligente) para comprar y vender a través de transferencias electrónicas, cualquier cosa en tiendas de ropa, conveniencia, transporte público, máquinas expendedoras, así como otros puntos de venta, incluso a futuro usted podrá pagar en puestos ambulantes, y no sólo será una posibilidad, sino la principal forma de pago, ya que tiene como misión eventual y muy anunciada eliminar el dinero físico. Para realizar este cobro se ha presentado una plataforma basada con el uso de los códigos QR.

El programa consiste en que las personas tengan que usar su Smartphone con esta aplicación de CODI® y una cuenta bancaria asociada para poder comprar en cualquier comercio, quienes a su vez tendrán su propio código QR, que se podrá escanear para completar la transacción a partir del 30 de septiembre del 2019, lo que vislumbra por parte de la autoridad una ingeniería de fiscalización y control poblacional total, además de tratar de poner cerco a la economía informal e ilegal, dificultar la evasión de impuestos y capitales, la clonación de tarjetas, reducir la inseguridad y acotar el margen de actuación de corruptos, mafias y traficantes.

En México solamente el 65.8% de la población tiene acceso a internet (cifras 2018 del INEGI), sin embargo, este nuevo sistema entre otras cosas le permitirá a la autoridad tener a todas las personas físicas y jurídicas fiscalizadas. Es importante señalar que en China existe un programa denominado “Crédito Social”, el cual ya funciona. En México existe algo medianamente parecido al “Crédito Social”, y se le conoce como “Historial Crediticio”, el cual es una herramienta de calificación del comportamiento financiero individual y se calcula, esencialmente, con base en cuántos préstamos ha adquirido, qué tan puntualmente los ha pagado, si tiende a saldar sus deudas completas, o si tiende a pagar intereses por demoras. Un historial crediticio robusto nos da acceso a financiamientos de varios tipos, ya sea para adquirir un auto, un teléfono celular, o un departamento, etc. En esencia, tu historial crediticio le dice a una institución o empresa qué tan probable es que le pagues un préstamo que te haga.

Sin embargo, en 2014 el gobierno chino anunció sus planes de implementar un sistema de “Crédito Social” para 2020. Este sistema abarca cuatro grandes áreas: confianza gubernamental, confianza comercial, confianza social, y confianza judicial. La parte de “confianza comercial” es fácil de entender porque, es similar a nuestro historial crediticio. El tema de “confianza gubernamental y judicial” tiene que ver con la intención del gobierno de reducir los niveles de corrupción, incentivar a la burocracia y a las cortes a ser eficientes, así como reducir los abusos de poder y motivar a las personas a pagar multas o presentarse ante un juez. De hecho, en 2018 algunos gobiernos municipales y distritales de China, habían sido puestos en una lista negra de “pérdida de confianza”, resultando en sanciones como restricciones en vuelos y trenes de alta velocidad para los gobernantes de las ciudades y distritos en la lista. Por otro lado, son numerosos los casos de personas que evaden multas o audiencias ante las cortes y que han sido penalizadas también mediante restricciones en la reservación de boletos de avión, de trenes rápidos y de hoteles de alto nivel. La lógica es que, si no tienes la capacidad de cumplir con tus obligaciones ante el estado, no tienes por qué poder gozar de ciertos privilegios.

Estas tres partes del crédito social no provocan mayor conmoción fuera de China, y en general son vistas con buenos ojos por la población de este país. La parte del sistema que falta mencionar es que lo que genera más expectativas y preocupaciones es —la parte de la “confianza social”. Pero, antes de adentrarnos en este tema, es esencial recalcar que el sistema de crédito social en su conjunto es todavía un proyecto en construcción. Al día de hoy no existe un sistema unificado obligatorio, y existen varios programas piloto en distintas ciudades, así como diversos sistemas de origen privado que, se supone, eventualmente podrían alimentar de alguna forma el proyecto de “crédito social” del gobierno.

Uno de esos sistemas privados que podrían servir de insumo, basado en tu historial de compras en su gigantesca red de comercio y pagos electrónicos, el sistema genera una calificación para probar solvencia económica al solicitar una visa. Una calificación alta refleja que eres una persona económicamente confiable, y eso genera estatus. Además, y para no quedarnos con la idea de que solo se beneficia la gente privilegiada, para muchas personas de áreas rurales sin acceso a un historial crediticio tradicional – pero con acceso a un celular y a los sistemas modernos de comercio electrónico – hay sistemas que abren una ventana para también generar un historial positivo también.

En general, el concepto de “crédito social” (el sistema más amplio que plantea el gobierno) es bien recibido, gracias al éxito de los sistemas comerciales similares. El problema no radica tanto en lo que es (un proyecto) como en la forma final que podría tomar. La evasión de impuestos o de multas, o el pasarse un alto, podrían ser variables evidentes para reducir el crédito social de uno. Algunas ciudades, utilizan reconocimiento facial para identificar a las personas que no cruzan la calle por la esquina, lo que podría hacerte perder puntos de tu crédito social porque así lo determine un sistema de inteligencia artificial basado en el reconocimiento facial. El padre de algún universitario al tener alguna deuda sin saldar, se pone en una lista negra, y provoca que a su hijo le nieguen el acceso a la universidad. En otras ciudades, se da a la gente un puntaje inicial de 1000, a partir del cual se deducen y otorgan puntos a cada persona según su comportamiento —por ejemplo, si das a asociaciones caritativas o donas sangre, o si realizas un acto heroico, ganas puntos; si, por el contrario, cometes infracciones de tránsito, los pierdes. Los motivos de pérdida de puntos incluyen escuchar música a alto volumen, pasear mascotas sin correa, o cometer actos de vandalismo.
Sin duda, podríamos hallar justificación para ese monitoreo constante de nuestro actuar, en especial si el resultado es una mejora de las relaciones sociales y del cumplimiento de las obligaciones ciudadanas. Por ejemplo, el padre del universitario saldó su deuda, bajo la presión de que su hijo no podía asistir a la universidad. La gente donde hay programas piloto que deducen puntos por infracciones la piensa dos veces al llegar a un alto. Y, para las situaciones de mayor riesgo ético, así como se replanteó la pérdida de puntos por presentar peticiones al gobierno sin obtener una autorización previa, podrían considerarse matices, como que el bajo crédito social de tu parentela no afecte tus posibilidades de educación.

Pero hay muchos aspectos adicionales que causan preocupación, aspectos que no parecen haber sido incluidos en los programas piloto, pero que tampoco se ha dicho que quedarían excluidos. Un elemento clave en todo esto —y lo que hace creíbles, aunque no necesariamente probables, los escenarios más despóticos— es que el gobierno chino ya cuenta con una infraestructura amplia y una tecnología muy desarrollada para monitorear la actividad en línea de las personas. Existe, primeramente, un sistema sofisticado de censura en la red que vuelve inaccesibles numerosos sitios y portales. En cuanto a las redes sociales, se monitorean de forma permanente y se eliminan de forma rutinaria aquellos comentarios y actualizaciones que se consideren disruptivos. Tecnológicamente sería posible monitorear las actividades en línea de la población, y deducir puntos por la presencia de ciertas palabras clave o frases, ya que toda cuenta de medios sociales requiere de la verificación de la identidad real de la persona, ya sea a través de su número telefónico, que está invariablemente ligado a una identificación oficial y a una foto de la persona tomada in situ al momento de contratar la línea, o a través del escaneo mismo de la identificación oficial mediante la app en cuestión. Pero, de nuevo, el que sea tecnológicamente posible, el que se incluya formalmente en una propuesta, y el que no haya oposición por parte del público son tres cosas muy diferentes.

El sistema de “crédito social” es un programa sumamente ambicioso, que se nutre de numerosos programas piloto y experiencias. Tiene el potencial de ayudar a aquellas personas que usualmente quedan fuera de los sistemas tradicionales financieros, así como de incentivar un comportamiento honesto por parte de la población, de sus empresas y de sus gobernantes. Pero también tiene el potencial de impactar negativamente en la vida de aquellas personas que formen parte de minorías religiosas, sociales, intelectuales o sexuales si no se pone atención a la exclusión de prejuicios implícitos tanto en el diseño como en la implementación del sistema –la inteligencia artificial es temperada por una supervisión humana sabia, y la diversidad real de la población china es tomada en cuenta. Existen todos los elementos para que con esta herramienta mejore la calidad de vida de toda la población de China, pero también para generar una verdadera distopía de control y represión absoluta. Ninguno de los dos escenarios se ha materializado. Ninguno es imposible. Y, por lo que respecta a México, habrá que esperar el desarrollo de lo implementado y las directrices que marque la actual administración gubernamental.

 

Consola de depuración de Joomla!

Sesión

Información del perfil

Uso de la memoria

Consultas de la base de datos