Nuestro Congreso Hoy, 200 Años de Sentimientos de la Nación

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Escrito por Marco Aurelio Altamirano Juárez


El 14 de septiembre de 1813, hace casi 200 años, el Primer Arquitecto de la Nación, José María Teclo Morelos y Pavón, grabó en el libro inmortal de la Patria Mexicana, los Sentimientos de la Nación, su propuesta de 23 puntos para la formación de una Constitución que rigiera nuestros destinos.

Ubaldo Vargas Martínez, en su obra Morelos Siervo de la Nación, reproduce la siguiente anécdota de Guillermo Prieto:

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“Quintana Roo… antes de la apertura del Congreso fue llamado por Morelos, porque quería dictarle algunas ideas elaboradas por él, para que posteriormente Quintana Roo las ordenara y corrigiera en forma debida. Quintana Roo tomó asiento cerca de una pequeña mesa de trabajo, y el caudillo, como poseído de una exaltación extraña, paseaba a lo largo de la habitación, dictando en voz alta y por su orden, los puntos relativos a la Constitución. La voz y el gesto eran de un inspirado y de un convencido; al terminar el dictado, Quintana Roo se levantó de su asiento. Estaba persuadido de que aquel hombre veía cosas no aprendidas en los libros; su asombro se traducía en entusiasmo, turbación y reverencia, y le dijo terminantemente a Morelos “Señor, no tengo nada que corregir. Ruego a usted que no aumente ni quite nada a estas cosas que usted acaba de revelar”; dando a entender que con toda su cultura y preparación se veía muy pequeño frente de aquel hombre de la mirada penetrante y firme, que tan bien había descubierto, entre todo el complejo pensamiento de su país y de su raza, la esencia misma de sus anhelos”.

Los sentimientos de la nación mexicana, expresados en Chilpancingo Guerrero, constituyeron la materia prima para los trabajos del Congreso de Anáhuac que, en esos momentos, se constituyó como el cerebro y el corazón de nuestra más viva nacionalidad, inaugurando la función legislativa en nuestro México, y constituyéndose en la plataforma de nuestras constituciones fundamentales de 1824, 1857 y 1917.

Acerca de los Sentimientos de la Nación, dejó dicho el Maestro Rubén Hermesdorf, en su obra Morelos Hombre Fundamental de México:

“… en conjunto, con sus luces y sus sombras, este documento es admirable para su tiempo, y su autor ya no es simplemente un hombre enamorado de la Independencia de su patria, ni aun sólo un brillante capitán de ejércitos. Morelos es ahora un verdadero hombre de Estado”.

En estos momentos, a dos centenarios del Congreso de Chilpancingo, nuestras cámaras del Congreso de la Unión debaten reformas significativas para nuestro desarrollo nacional, las fracciones parlamentarias fijan  posiciones, se polarizan, establecen pesos y contrapesos, logran acuerdos y desacuerdos, se levantan de la mesa de concertación y, luego, regresan para establecer nuevos términos en trabajo parlamentario.

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Salvador Ferrando, El Congreso de Chilpancingo, óleo sobre tela, 1905, Museo José Luis Bello y Zetina, Puebla. Imagen tomada del libro: Xavier Moyssén, La pintura del México Independiente en sus museos, México, Banco BCH, 1990, p. 117.

Así, llegará el momento en el que los coordinadores parlamentarios perfilen sus iniciativas, conforme al sentido de los votos de la representación nacional. El recinto legislativo vivirá la argumentación y la razón jurídica, pero también, como ayer, seguirá expresando los sentimientos de nuestro pueblo, y aportando nuevas realizaciones para el progreso.

Actualmente, sigue vivo ese sentimiento y deseo de libertad e independencia nacional, pero lo hacemos en el marco de la cooperación internacional. México forma parte de un despliegue amplio e intenso de diplomacia parlamentaria en el seno de diversos organismos internacionales.

Hoy, nuestro Congreso es testigo, una vez más, de las reivindicaciones a la libertad religiosa, pero también ha dado testimonio de la fuerza y la vigencia de tres anhelos todavía más profundos: la separación del Estado y la Iglesia; la reafirmación del Estado Laico; y la libertad de cultos.

Si ayer el dogma debía ser sostenido por una Iglesia, hoy es una realidad constitucional que la educación debe ser laica; ajena a cualquier doctrina religiosa; basada en el progreso científico; que debe luchar contra la ignorancia y sus efectos, en contra de las servidumbres, los fanatismos y los prejuicios; que debe tender a desarrollar armónicamente todas las facultades del ser humano; así como fomentar el amor a la Patria, el respeto a los derechos humanos y la conciencia de la solidaridad internacional, en la independencia y en la justicia.

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Los Sentimientos de la Nación de Morelos señalaron que el pueblo quería depositar su soberanía en sus representantes y experimentar la posibilidad de elegirlos. Hoy se delibera todavía sobre la democracia representativa y se debaten iniciativas de ley, como por ejemplo, sobre la segunda vuelta en las elecciones de presidente de la República y gobernadores de las entidades federativas; la reducción del lapso de las campañas electorales de legisladores federales y presidente de la República; y la creación del Instituto Nacional de Elecciones.

En la segunda década del siglo XIX, el sentimiento era “Que funcionarán cuatro años los vocales, turnándose, saliendo los más antiguos para que ocupen el lugar los nuevos electos”. Y ahora, en nuestra República existe una rotación en la ocupación de cargos públicos, en diferentes plazos y períodos. Pero hay que decirlo, siguen vigentes las tentaciones de prolongación en el mandato popular, como lo evidencian iniciativas en materia de reelección de servidores públicos. Pero también, se avanza en el desarrollo de la democracia participativa y se presentan en la tribuna más alta iniciativas como la Ley Federal de Consulta Popular o la Ley Federal de Iniciativa Legislativa Ciudadana.

La preocupación de que los representantes del pueblo sean sabios y de probidad sigue latente como antaño. Diversos ejemplos a lo largo y ancho de la República son elocuentes por sí mismos. Como una medida de mitigar los efectos de la ignorancia y la corrupción se han hecho intentos por establecer en los tres poderes de la  Unión, ejecutivo, legislativo y judicial, el servicio civil de carrera, el servicio parlamentario de carrera y la carrera judicial, respectivamente. Lo mismo ha ocurrido en el ámbito de los órganos autónomos, como por ejemplo, los electorales y los garantes de la transparencia, el acceso a la información pública, y la protección de datos personales.

Sin embargo, queda camino por hacer y vemos como se han presentado iniciativas para combatir la corrupción u otras para reformar y/o adicionar la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal, la Ley Federal de Responsabilidades de los Servidores Públicos y la Ley del Servicio Profesional de Carrera en la Administración Pública Federal.

Ayer, el Siervo de la Nación expresó que “… la Patria no será del todo libre y nuestra, mientras no se reforme el gobierno”.

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Y hoy, no dejamos de plantearnos una y otra vez, a lo largo de nuestra historia nacional, diversas reformas al Estado y a la política. Estamos viviendo, en estos momentos la efervescencia propia de nuevas iniciativas de reforma política y, por ejemplo, una fundamental, la Reforma Política en el Distrito Federal.

Tenemos dos siglos luchando para que nuestra soberanía e independencia nacionales sean una realidad y fortaleciendo nuestras estructuras para que tropas o instituciones “…  extranjeras… no pisen nuestro suelo…”. Seguimos siendo testigos de puntos de acuerdo, exhortos e iniciativas  para defender nuestro territorio, mejorar la coordinación de las áreas encargadas de garantizar nuestra seguridad nacional, profesionalizarlas y dotarlas de las herramientas necesarias.

Continúa vigente el llamado de nuestro prócer: “Que a cada uno se le guarden las propiedades y respete en su casa como un asilo sagrado señalando penas a los infractores”, porque no podemos sentirnos tranquilos frente a la inseguridad pública, porque hemos perdido la paz, porque la intimidad de nuestro hogar se ve invadida por la delincuencia o, por lo menos, por los traficantes de datos personales, o los “intrusos informáticos”. Los mecanismos legales en esta materia aún deben consolidarse, por lo que nuestro Congreso tiene, ahí, una asignatura pendiente.

En Los Sentimientos de la Nación también se hizo notoria la preocupación por los altos salarios de los representantes cuando se precisa que “La dotación de los vocales, será una congrua suficiente y no superflua, y no pasará por ahora de ocho mil pesos”. Los diarios de los debates de nuestras cámaras de diputados y senadores, y los de los congresos locales, guardan en sus registros páginas y páginas en donde se exhiben y denuncian los elevados emolumentos que reciben los servidores públicos. No han faltado iniciativas que buscan acotar estas remuneraciones, con respecto a las de, por ejemplo, el titular del Poder Ejecutivo Federal o algunos titulares de poderes ejecutivos locales.

La construcción material de una nación no sólo se logra a base de principios, ideales, voluntad y proyectos, sino que se requiere del establecimiento de cargas impositivas para soportar la estructura de un Estado y ello exige, además, distribuir las cargas entre los ciudadanos. El Siervo de la Nación lo sabía, pero se oponía a la desigualdad y a la injusticia en la contribución, sobre todo en perjuicio de los menesterosos. Por eso, no es extraño encontrar como uno de los sentimientos el siguiente:

“Que se quite la infinidad de tributos, pechos e imposiciones que más agobian, y se señale a cada individuo un cinco por ciento en sus ganancias, u otra carga ligera, que no oprima tanto…”.

Vaya que si este tema forma parte de la agenda legislativa nacional. Baste mencionar sólo algunas de las iniciativas de reforma, adiciones y/o modificaciones que recientemente se han presentado en los siguientes rubros: a) incremento de la recaudación a través del dictamen de estados financieros para efectos fiscales; b) coordinación fiscal; c) Impuesto al Valor Agregado;  d) secreto fiscal; e) adquisición de los municipios de potestad tributaria plena; f)  aumento de la participación de los estados y municipios del Fondo General de Participaciones; y g) disposiciones fiscales en materia de ahorro y préstamo.

Morelos le otorga un papel preponderante al poder legislativo para el desarrollo nacional, pues señala que:

 “Que como la buena ley es superior a todo hombre, las que dicte el Congreso deben ser tales que obliguen a constancia y patriotismo, moderen la opulencia y la indigencia, y de tal suerte se aumente el jornal del pobre, que mejore sus costumbres, aleje la ignorancia, la rapiña y el hurto”.

Es decir, es la representación nacional la que tiene la alta responsabilidad de crear leyes que generen el marco adecuado para la educación y formación de ciudadanos comprometidos con nuestro país; leyes que coadyuven a disminuir la desigualdad y la pobreza; que tutelen el derecho del hombre al trabajo y garanticen un producto económico suficiente no sólo para satisfacer las necesidades básicas, sino para poder lograr un progreso material, intelectual y moral.

La agenda legislativa de Morelos no es una foto de nuestra realidad actual, pero sí un punto de referencia obligado para explicarnos nuestras primeras motivaciones como nación.

Hoy, por ejemplo, la agenda de nuestro Congreso, en particular la Cámara de Diputados, por ejemplo,  incluye nuevos temas y discusiones: a) elevación a rango constitucional el derecho humano a la energía eléctrica; b) Sistema Nacional de Banca de Desarrollo; c) Banco de Fomento Turístico; d) Instituto de Fomento a la Educación e Inclusión Financiera; e) Aviación Civil; f) trabajadores estacionales; g) inclusión de las personas con discapacidad; h) creación del Instituto Nacional de Evaluación Educativa; i) actividades de las sociedades cooperativas de ahorro y préstamo; j) cambio climático; k) derecho a la alimentación; y m) regulación de las actividades de locutores, comentaristas y cronistas; entre otras.

Sin embargo, en medio de la nueva agenda, podemos vislumbrar los pendientes que, por serlo, nunca pasan de moda y siempre están presentes. Dijo Morelos:

 “Que la esclavitud se prescriba para siempre…”.

Y esto fue proclamado en el texto constitucional, pero la esclavitud existe en nuevas formas y modalidades: Trata; prostitución; trabajo infantil forzado; contribuciones fiscales desproporcionadas; usura comercial y bancaria; monopolios; contratos leoninos; aceptación de convenios o tratados internacionales desventajosos; intervención encubierta en cooperación; o pagos y rentas para poder establecer la básica comunicación humana, por citar algunas.

A punto de celebrar el Bicentenario de los Sentimientos de la Nación; ahora que se plantean nuevas iniciativas de reforma sustantivas para la vida de la República y también viejos intereses, es oportuno recordar aquellas palabras de Morelos con motivo de la instalación del Congreso de Chilpancingo:

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 “... aún tenemos un enemigo más atroz e implacable, y éste habita en medio de nosotros… Las pasiones que despedazan y corroen nuestras entrañas y se llevan al abismo de la perdición innumerables víctimas… los pueblos hechos un vil juguete de ellas…”.

Finalmente, es necesario que pugnemos incansablemente para que nuestros sentimientos se encuentren  representados con dignidad en el Congreso General de la República, porque ellos son los Sentimientos de la Nación.

El pensamiento de Morelos es actual, por eso, todavía lo vemos en el horizonte, cabalgando, desafiando las fuerzas de la Naturaleza, con el sable desenvainado en la mano, señalando el camino del presente y también del porvenir.

 

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