México frente al Mundo: efectos de la volatilidad del peso

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Escrito por Omar Contreras Borbón


El Fondo Monetario Internacional ha revisado constantemente a la baja el pronóstico de crecimiento mundial desde el año 2008; uno de las consecuencias de esta prolongada recesión mundial es la desaceleración del comercio internacional. Mientras que en diciembre de 2013, 5 de los 34 países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico reportaron tasas anuales negativas en sus exportaciones; en diciembre de 2015 eran 32 países, casi la totalidad de los países miembros de la OCDE.

La desaceleración de la actividad económica mundial se ha reflejado en una caída sostenida en los precios de las materias primas; incluido el precio del petróleo que ha perdido el 70% de su valor en los últimos 2 años.

La caída del precio del petróleo ha contribuido a la depreciación de la moneda mexicana, a la caída del precio del petróleo se ha sumado la volatilidad en los mercados financieros internacionales, principalmente caídas pronunciadas en bolsas de valores y en una apreciación generalizada del dólar de los Estados Unidos frente a las divisas de los principales países avanzados y emergentes, incluido el peso mexicano.

La Reserva Federal de los Estados ha suspendido la compra masiva de títulos en el mercado e incrementado la tasa de fondos federales, en tanto que países europeos y Japón mantienen  la tasa de referencia en valores negativos como medida para estimular la circulación y expansión de su moneda. En la medida en que la tasa de interés de los Estados Unidos se incremente, atrae inversiones de capital hacia ese país, abonando a la apreciación del dólar estadounidense.

Durante los primeros meses del año la volatilidad en los mercados financieros internacionales continuó aumentando. Además, las presiones sobre el peso mexicano se incrementaron aún más en respuesta al colapso del precio del petróleo.

Así, ante el complicado entorno externo, la elevada aversión al riesgo en los mercados y la percepción de amenazas sobre las finanzas públicas, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público y el Banco de México decidieron incrementar en 50 puntos base el objetivo para la tasa de interés de referencia a un nivel de 3.75 por ciento, suspender los mecanismos de venta de dólares mediante subastas diarias, sin descartar la posibilidad de intervenciones discrecionales en caso de que se presenten condiciones excepcionales en el mercado cambiario, y un recorte al gasto público por 132 mil 300 millones de pesos; esperemos que estas acciones no representen el inicio de un ciclo de contracción económica.

Al depender 7 de cada 10 de nuestras importaciones de los Estados Unidos, y al haberse depreciado el peso mexicano en 35% en los últimos 4 meses, se esperaría entonces que los productos importados sufran un ajuste de precios al alza.

Pero no todas las noticias son negativas para el escenario económico nacional. La apreciación del dólar frente a prácticamente todas las demás divisas del mundo ha tenido efectos diferenciados en el comercio exterior mexicano, la integración manufacturera de América del Norte presionará a la alza el contenido nacional de las exportaciones de México, como consecuencia del abaratamiento de los costos de producción, principalmente en las regiones maquiladoras del país, destacando las regiones del Norte y la zona del Bajío.

Con el fortalecimiento del dólar, el incremento de las tasas de interés derivado del proceso de normalización de la política monetaria en Estados Unidos y el incremento del salario mínimo en varios estados de la Unión Americana, donde se prevé incluso que en el corto plazo California se convierta en el primer estado en alcanzar los 15 dólares por hora, se está volviendo cada vez más costoso producir en plantas estadounidenses frente al resto del mundo, incluido México que posee colindancia.

En efecto, la depreciación del peso mexicano frente al dólar estadounidense beneficia principalmente a las empresas de la Industria Maquiladora y Manufacturera de Exportación (IMMEX), porque sus contratos o ventas se realizan en dólares americanos.

Las empresas IMMEX reportan una balanza comercial positiva 70 mil millones de dólares anuales, cuyo principal destino son los Estados Unidos de Norteamérica.

La depreciación del peso frente al dólar puede contribuir a incrementar las inversiones, las exportaciones y, más importante para el sector doméstico, la proveeduría de segundo nivel, donde se encuentra uno de los principales rezagos estructurales.

La apreciación del dólar encarecerá las ventas de productos estadounidenses al exterior y hará más baratas las importaciones, situación que sucede también en economías dolarizadas como Ecuador, Panamá y El Salvador: sus exportaciones, que están denominadas en dólares, se harán más caras y menos competitivas.

Por otro lado, al volatilizarse el peso en comparación al dólar se tendrá un impacto positivo en las remesas, para el turismo y para las exportaciones  agrícolas e industriales, principalmente.

 

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