Domingo 5 de Junio

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Escrito por Omar Contreras Borbón


En el plano electoral las elecciones del pasado domingo 5 de junio pusieron en juego 12 gubernaturas, 388 diputaciones locales, y 965 ayuntamientos; en el aspecto económico estas mismas elecciones disputaron el 25% del Producto Interno Bruto del país, el 31.8% del padrón electoral nacional y el 32.3% de la población total de México; en el aspecto político, se definió el rumbo de país que la tercera parte de los mexicanos vislumbra para los próximos años, no fue un descalabro para el líder nacional del PRI, Manlio Fabio Beltrones, tampoco lo fue para Enrique Peña Nieto, sino para el proyecto de nación que ambos representan. Incapaz de procurar seguridad y desarrollo económico, el gobierno en turno recibió de la sociedad un reclamo generalizado ante las fallidas políticas emprendidas. Así pues, la institución presidencial fue puesta a prueba el domingo, demostrando que en México ya no hay elecciones de Estado.

Los logros obtenidos durante los primeros años de gobierno, donde se pregonaba el acuerdo entre todas las fuerzas políticas para sacar adelante las reformas estructurales del país, hoy se estrellan contra la realidad de los resultados. Los ciudadanos necesitan sentir las reformas en su bolsillo, resultados rápidos y tangibles; salvo la de telecomunicaciones, ninguna reforma ha dado al momento los resultados esperados, seguramente cosechará sus frutos otro gobierno y muy probablemente, a la luz de los resultados, de otra extracción partidista.

En total en 14 entidades del país se celebraron elecciones, en el caso de la Ciudad de México para definir al nuevo órgano constituyente y en Baja California elecciones locales para definir Ayuntamientos y Congreso local, en los demás se renovaron gubernaturas. De acuerdo a una encuesta de BGC y publicada por Excelsior, se percibe al PRI como el gran perdedor en esta jornada y para la mayoría de los encuestados fue el PAN el de mayor avance, desempeño que se justifica con motivos relacionados principalmente por su oferta de cambio, aunado a la decepción, hartazgo y descontento con los gobiernos emanados del PRI. Los electores castigaron un sistema en el plano local distinguido por su opacidad y despotismo, las elecciones son el resultado del síntoma ciudadano de malestar e indignación: el PRI es hoy el partido con mayor rechazo.

El PAN le arrebató 7 gubernaturas, gobernará más población que el PRI. El PAN ganó Veracruz, Quintana Roo, Aguascalientes, Chihuahua, Durango, Puebla y Tamaulipas, su dirigente, Ricardo Anaya, ganó el derecho a disputar contra Margarita Zavala o Moreno Valle la candidatura presidencial. En las elecciones del domingo pasado el PAN prácticamente duplicó la población que gobierna, de 15 a 31 por ciento el total de habitantes del país. Los buenos resultados para el PAN están a la vista, hoy afirman una alianza con el PRD en 2017 para competir por los gobiernos del Estado de México, Nayarit y Coahuila, y se analiza una posible alianza para competir en las elecciones Presidenciales de 2018, el pasado domingo el PRD se ganó ese derecho de ir como su aliado secundario.

Muchos se olvidan del avance de Morena que se consolida ahora como la tercera fuerza del país, en términos reales fue la opción política que mayor crecimiento tuvo, opción surgida con el propósito de dar cauce al electorado que decide castigar al partido gobernante. Morena es el partido más antagónico, a ello puede explicarse su crecimiento, esto hace de Andrés Manuel López Obrador el principal ganador en la contienda del domingo 5 de junio, seguirá siendo el político mexicano más importante de la actualidad.

Este resultado para Morena está obligando a las dirigencias del PRI y del PAN, así como a la élite preocupada por la opción que representa, a actuar para contener su avance rumbo a la carrera presidencial. Como en el 2006 o en el 2012, la pregunta para ellos es ¿Quién le puede ganar a López Obrador?

A las encuestas pre electorales les volvimos a creer y nos volvieron a fallar. Previo a la jornada electoral del 5 de junio, las encuestas predijeron triunfos contundentes que finalmente no ocurrieron. Acertaron en Oaxaca, Zacatecas, Hidalgo y Sinaloa que predijeron triunfos para el PRI y en Puebla donde lo aseguraron para el PAN. En cuanto a la elección de la Asamblea Constituyente, coincidieron en que Morena sería el triunfador, pero no calcularon los buenos números que presentó el PRD.

Falló El Financiero en Tlaxcala, donde dio como ganador al PRD y donde ganó el PRI, en Durango y Aguascalientes, que daba como ganador al PRI y ganó el PAN.

En Chihuahua, falló El Financiero y El Universal, al dar como ganador de acuerdo a Ipsos al PRI, ganando el PAN. En Quintana Roo fallaron las encuestas de Excélsior, quien aseguraba el triunfo del PRI y donde ganó PAN-PRD.

En resultados difundidos previo a la elección, Ipsos dio como ganador al PRI en Veracruz seguido por Morena y PAN hasta el fondo; quien triunfó fue el PAN, seguido del PRI y en tercer lugar Morena. En Tamaulipas, falló la última encuesta que publicó El Universal antes de la elección, la cual dio como al PRI y en segundo lugar al PAN , la encuesta se equivocó de ganador con más del doble.

La mega coalición de partidos, que en algunos estados como Veracruz alcanzó un total de 5 partidos políticos que apoyaban al abanderado priísta, fue incapaz de contener el avance que lograron por si solos Acción Nacional o Morena. Incluso, en estados como Baja California a la luz de los resultados electorales, Nueva Alianza, el Partido Verde y el Partido del Trabajo perdieron su registro a nivel local por lo que no recibirán ya financiamiento público y estarán limitados en su acceso a medios de comunicación.

Las recientes reformas electorales que imponen hoy la necesidad a los partidos políticos de mantener un mínimo de 3% de votación para mantener el registro, y con ello todas sus prerrogativas, terminarán finalmente por liquidar a la mitad de ellos: ese 3% mínimo de votación válida emitida a favor de la llamada chiquillada al PRI le hubiera permitido ganar en todas las elecciones, por el contrario, cedió espacios: diputaciones, ayuntamientos, sindicaturas y regidurías, que ahora ya no representarán a partidos, pues los que los postularon dejaron de existir en el plano local.

El PRI con  sus aliados no ganó ninguna ciudad fronteriza importante del norte del país, principalmente como voto de castigo a las políticas económicas de la federación que han lastimado seriamente a las familias fronterizas: las protestas por el incremento del IVA en la franja fronteriza, el incremento en los precios de la gasolina, la devaluación del peso frente al dólar que encarece el costo de vida en esa región del país y el endurecimiento de las reglas para la importación y exportación de artículos, encontraron su fuga de escape en las elecciones del domingo 5 de junio. El PRI con sus aliados perdió la cuarta ciudad más importante del país: Tijuana, que dejó junto a Mexicali, Reynosa y Nuevo Laredo en manos del PAN, y en un candidato independiente a Ciudad Juárez.

Los resultados adversos del PRI en seis estados que gobernaba no compensan los tres que mantuvo y los otros dos que ganó, los votos que el PRI obtuvo en 2016 son menores en un 25% a los de la elección presidencial del 2012, lo que significa que si esta Mega Coalición de partidos compitiera en el 2018 por la Presidencia de la República obtendría un 28% de votación, porcentaje insuficiente para ganar la Presidencia.

El escenario es complejo, a la luz de los resultados parece avecinarse un 2018 que se parece cada vez más al 2006, con la pulverización  de opciones, la cantidad de partidos y el desánimo social, las principales opciones obtendrían un porcentaje similar al 25% de los sufragios, en estas condiciones quien obtenga el cuarto mayor se quedará con la Presidencia.


 

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