¿Somos, o nos hacemos como empresas socialmente responsables?

image

Escrito por Daniel Compeán Pérez


Las empresas, en principio, son unidades productivas que buscan alcanzar sus objetivos a través de una administración eficiente. Así, la definición de esos resultados específicos a alcanzar es determinante en el rumbo que trazarán para alcanzarlos.

Desde un punto de vista profesional, los objetivos deben cumplir con 5 características que se sintetizan en el acrónimo SMART por sus siglas en inglés, es decir, deben ser específicos, medibles, alcanzables, realistas y expresados en términos de tiempo. E independientemente del giro de la organización empresarial, son tres las grandes líneas de acción que deben considerarse como derroteros básicos: la permanencia, la generación de utilidades y la responsabilidad social.

No hace falta profundizar en el significado de los términos permanencia y generación de utilidades. Sin embargo, lo que resulta confuso, impreciso y, en ocasiones, polémico es lo que tiene que ver con el concepto de responsabilidad social. Una etiqueta que suena muy bien y, más aún, cuando se utiliza a la par de un logotipo ad-hoc que evidencia que somos parte de una especie de club exclusivo que da prestigio a sus miembros. La Alianza por la Responsabilidad Social Empresarial en México (AliaRSE)1, pretende "lograr que la empresa sea y se perciba como creadora de valor y generadora de un bienestar que promueve el bien común, por medio del ejercicio de su responsabilidad social, apalancando, coordinando y facilitando la sinergia de los esfuerzos de nuestras organizaciones en beneficio del país y en particular de nuestros miembros". Este esfuerzo es acompañado -entre otras organizaciones- por el Centro Mexicano para la Filantropía (CEMEFI) y juntas hacen una labor de divulgación importante, proponiendo principios y líneas de acción que deben ser tomadas como referentes.

Sin embargo y al igual que como sucede con muchas otras intenciones empresariales, existe una desconexión entre lo que se propone y lo que se obtiene, no solo en cantidad sino en calidad. Las acciones concretas deben medirse con cierta frecuencia porque lo que no se mide no puede mejorarse.

En términos breves y muy sencillos vale la pena que nos hagamos algunas preguntas sobre nuestra empresa y si merecemos la etiqueta de Empresa Socialmente Responsable (ESR): ¿aplicamos la equidad de género en nuestras contrataciones y ascensos?; ¿pagamos los mismos sueldos a hombres y mujeres que desempeñan eficientemente el mismo puesto?; ¿integramos y mantenemos en sus puestos a colaboradoras embarazadas?; ¿realmente aceptamos a empleados con distintas preferencias y orientaciones sexuales, religiosas, políticas?. Y hacia afuera de la empresa: ¿cómo nos relacionamos con la comunidad y buscamos apoyarla?; ¿cómo y hasta dónde buscamos propiciar la integración y el desarrollo familiar? Cierro con un último cuestionamiento: ¿Somos, o nos hacemos…?

  1. Agrupa a 19 organizaciones con importantes antecedentes de trabajo en la promoción del tema en nuestro país,
  2. Cajiga Calderón, Juan Felipe; El concepto de responsabilidad social empresarial; www.cemefi.org/esr

 

Consola de depuración de Joomla!

Sesión

Información del perfil

Uso de la memoria

Consultas de la base de datos