Hambre y Solidaridad: Impuestos a la Tragedia

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Escrito por Marco Aurelio Altamirano Juárez


Alrededor de 100,000 mexicanos se encuentran en estos momentos sufriendo las consecuencias de los recientes desastres naturales y, podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que nuestra gente tiene hambre. Sí, tienen hambre nuestros niños, tienen hambre nuestras mujeres, tienen hambres nuestros queridos viejos, tienen hambre nuestros corpulentos o delgados hombres de varias zonas rurales y urbanas de la República Mexicana, tienen hambre todavía varios turistas extranjeros que escogieron nuestro país para disfrutarlo. Sí, hay hambre en México.

Mientras en el Congreso Mexicano se discuten una diversidad de reformas a las tasas impositivas, nuestros connacionales en desgracia están pagando un impuesto adicional: el hambre. Y nosotros, quizá por el momento en condiciones menos deplorables, asumimos con nuestros escasos recursos un viejo impuesto que mientras más difícil es, más nos eleva y enaltece: el de la solidaridad.

Hoy, el hambre de nuestros compatriotas nos iguala con otras tantas tragedias que ha vivido el mundo y con las del porvenir. Mientras cruzamos la ciudad, mientras surcamos el espacio, mientras navegamos en Internet, mientras nos gastamos la vida a fumadas y sorbos de licor, mientras comemos lo superfluo, mientras tiramos la corteza del pan blanco, mientras dejamos correr el agua, mientras desperdiciamos los pellejos de la carne, mientras decimos “esto no me gusta”; en fin, mientras desperdiciamos la vida, los pesos y los panes, una parte del mundo, una parte de México, tienen hambre.

No será la primera vez que superemos una tragedia, ni la primera ocasión que se tejan redes y redes de colaboración y filantropía, pero es importante reflexionar que en estos momentos sólo nos encontramos ante una coyuntura que nos recuerda nuestra pobreza, nuestras miserias y los viejos rezagos producidos por la incapacidad, la indiferencia, la negligencia o la omisión de décadas.

Sin embargo, en nuestro país, sólo por evocar rápidamente algunas acciones institucionales relevantes, hemos contado con programas para combatir la pobreza y para incidir en una mejor alimentación de sectores marginados, como por ejemplo, el IMSS-COPLAMAR, PRONASOL, PROGRESA u Oportunidades.

En enero de 2013 hemos sido testigos del nacimiento de una nueva acción de largo alcance: la “Cruzada Nacional Contra el Hambre”, iniciativa que ha encontrado la aceptación de algunos actores sociales y políticos, así como el rechazo de otros. No nos corresponde a nosotros evaluar esta acción gubernamental que cuenta con la colaboración del sector privado y de instituciones de la sociedad civil, pero sí debemos decir que en esta hora nacional nadie se debe andar con cálculos políticos, regateos, ni mezquindades en un tema tan noble como es el combate al hambre.

El próximo 16 de octubre se cumplen 34 años de haberse institucionalizado el Día Mundial de la Alimentación, signo y símbolo de la voluntad de la comunidad internacional, como un espacio de esperanza y como un llamado a la conciencia para combatir el hambre en el mundo en todas sus formas y desde todos los frentes.

Desde el 16 de octubre de 1945, fecha de la fundación de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés), ha habido acciones concertadas entre diversos países para combatir el hambre en el mundo y hacer realidad, aunque de forma insuficiente, el derecho a la alimentación, algunas de ellas son:

  • Junta Mundial de la Alimentación
  • Campaña Mundial contra el Hambre
  • Pacto de Seguridad Alimentaria Mundial
  • Programa Mundial de Alimentos
  • Fondos Fiduciarios
  • Reserva Alimentaria Mundial de Emergencia
  • Telefood
  • Comité de Seguridad Alimentaria Mundial,
  • Sistema Mundial de Información y Alerta sobre la Alimentación y la Agricultura
  • Sistema Multilateral de Acceso y Distribución de los Beneficios
  • Cumbre Mundial de la Alimentación
  • Centro de Gestión de Crisis-Sanidad Animal
  • Conferencia de Alto Nivel sobre la Seguridad Alimentaria Mundial: los Desafíos del Cambio Climático y la Bioenergía”
  • Directrices voluntarias sobre la gobernanza responsable de la tenencia de la tierra, la pesca y los bosques en el contexto de la seguridad alimentaria nacional
  • Campaña de recaudación de fondos
  • Año Internacional de las Cooperativas 2012
  • Conferencias, convenios Internacionales y otras acciones de más reciente instrumentación

Como podemos observar, la lucha contra el hambre es un tema local, pero también una cuestión global que nos incumbe a todos y, por lo menos, debe provocar nuestra reflexión, porque quizá de ese modo podremos dimensionar mejor las necesidades que tenemos en amplios sectores de nuestra población a lo largo de la República Mexicana.

Revisando los objetivos estratégicos de la FAO, destacaré uno que en estos momentos nos interesa a todos en nuestra patria, el de incrementar la capacidad de ”resiliencia” (sobreponerse) ante las catástrofes y reconstituir los medios de vida de las comunidades. Esta es la oportunidad para conmemorar el día mundial de la alimentación. En el Sitio Oficial de Internet de este organismo internacional se puede leer:

“Cada año millones de personas que dependen de la producción, la comercialización y el consumo de cultivos, ganado, pescado, bosques y otros recursos naturales se enfrentan a catástrofes y crisis que pueden sobrevenir repentinamente, como un terremoto o un golpe de estado violento, o producirse lentamente, como los ciclos de inundaciones y sequías. Pueden darse como un suceso aislado, uno puede desencadenar otro, o pueden converger e interactuar varios sucesos a la vez y generar efectos en cascada y magnificados. Estas situaciones de emergencia ponen en peligro la producción de alimentos y el acceso a los mismos a escala local, nacional y, en ocasiones, regional y mundial”.

En este sentido, la FAO, entre otras acciones, se focaliza en “crear, proteger y recuperar medios de vida sostenibles de forma que la integridad de las sociedades que dependen de la agricultura, la ganadería, la pesca, los bosques y otros recursos naturales no se vea amenazada por las crisis”.

El desastre natural y sus consecuencias que estamos viviendo en México es una invitación a desplegar todas nuestras capacidades institucionales y de cooperación internacional para mitigar y resolver los efectos de la devastación; es una convocatoria a la filantropía; es una oportunidad para fomentar el amor social y, porque no decirlo, el amor a la humanidad.

Por supuesto, que el apoyo que hoy proporcionamos se inscribe en un conjunto de acciones inmediatas, pero debemos decir que no basta una cooperación inicial de alimentos, medicinas y vestido, pues es necesario considerar la sustentabilidad de nuestros connacionales durante semanas y, quizá, meses.

Hambre y solidaridad son dos impuestos a la tragedia. Al coadyuvar a combatir el hambre esperamos que el Estado haga lo que le corresponde y al mostrar nuestra adhesión a la causa de los otros no esperamos retribución alguna, porque la solidaridad es la expresión más noble del género humano que enlaza a los hombres en la alegría, pero también en la tragedia.

 

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